12.5 millones de razones para invertir en una mejor educación

12 de junio de 2015

El viernes 12 de junio se conmemoró el Día mundial contra el trabajo infantil bajo el lema ‘No al trabajo infantil – Sí a una educación de calidad’. A través de esta campaña se pretende generar reflexión sobre el papel de la educación como un factor clave para apartar a niñas, niños y adolescentes del mercado laboral, y sentar las bases para la adquisición de cualificaciones profesionales necesarias que permitan un futuro remunerado. 

En América Latina y el Caribe, existen 12.5 millones de niñas y niños trabajando, muchos de los cuales abandonan el colegio o tienen un rendimiento escolar muy bajo por realizar dos actividades que demandan elevado esfuerzo físico, mental y emocional. En la adolescencia, las consecuencias del trabajo infantil se vuelven evidentes: las y los adolescentes tienen una mayor propensión a dedicarse a trabajos familiares no remunerados o a conseguir trabajos con muy bajos salarios y que distan de las características del trabajo decente.

De acuerdo con el reciente Resumen Ejecutivo del Informe Mundial sobre el Trabajo Infantil 2015, los datos de las Encuestas sobre la Transición de la Escuela al Trabajo (ETET) de la OIT indican que, en los países de bajos ingresos participantes en el programa de ETET, entre el 20 y 30% de los adolescentes y adultos jóvenes  completan su transición al mercado de trabajo a la edad de 15 años, es decir, como trabajadores infantiles.

La relación entre el trabajo infantil y el trabajo adolescente inadecuado es una preocupación enfatizada por este nuevo “Informe Mundial sobre Trabajo Infantil 2015: Preparando el camino hacia el trabajo decente para los jóvenes", que ha sido preparado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el Día mundial contra el trabajo infantil (12 de junio).
Al respecto, Guy Ryder -Director General de la OIT- señala lo siguiente:

“Nuestro nuevo informe demuestra la necesidad de un enfoque político coherente que aborde tanto el trabajo infantil como la falta de trabajo decente para jóvenes. Mantener a la niñez en la escuela y recibir una buena educación al menos hasta la edad mínima de empleo determinará toda la vida de un niño: es la única manera para adquirir los conocimientos y habilidades necesarias para el aprendizaje básico, y para vida laboral futura”.

Niñas, niños y adolescentes en nuestra región

En América Latina y el Caribe, cuando una niña o un niño de 5 a 14 años trabaja en jornadas relativamente ligeras (2 horas por día), los niveles de asistencia se ven poco afectados, alcanzando un porcentaje aproximado de 96%. Sin embargo, a medida que la intensidad del trabajo aumenta y se convierte incuestionablemente en un trabajo peligroso, la asistencia promedio se llega a reducir a más de la mitad (42%) lo que evidencia el conflicto entre trabajo y estudio, sobre todo cuando las jornadas de trabajo son intensivas.

En nuestra región, más del 95% de niñas y niños entre 7 y 13 años asisten a la educación básica, pero a los 15 años, este porcentaje se reduce a 85%. Esto significa que hay un descenso de la asistencia escolar en la etapa secundaria. En cuanto a la educación superior, menos del 30% de los jóvenes continúan con estos estudios.

Aproximadamente, la mitad de los NNA en trabajo infantil en la región no tiene capacitación formal. A este grupo le siguen las y los trabajadores semicalificados, salvo en la Región Sur, donde ambos grupos son de similar tamaño.

La informalidad, factor que tiene altas tasas en la región, también es un generador de trabajo infantil: el contexto de informalidad propicia en gran medida la ocurrencia de niñas y niños trabajando. Por otro lado, los efectos del trabajo infantil pueden tener consecuencias de largo plazo, no solo en el nivel de, si no en la calidad del empleo que obtiene y las posibilidades de ser parte del mercado informal de trabajo.

El foco de atención para la reducción de la incidencia del trabajo infantil debe estar en la educación y en particular en el aumento de la asistencia de los niños y niñas, pues el tiempo en el aula compite con el tiempo dedicado al trabajo. Es imprescindible dar una atención urgente al grupo de niñas, niños y adolescentes que están fuera del sistema educativo, ya sea porque tienen dedicación exclusiva al trabajo o porque están en riesgo de exclusión al no estudiar ni tampoco trabajar. Solo de esta manera lograremos pasar de una cultura reactiva a una cultura preventiva ante esta problemática.

Principales recomendaciones:

El “Informe Mundial sobre Trabajo Infantil 2015: Preparando el camino hacia el trabajo decente para los jóvenes" destaca la importancia de realizar esfuerzos en los siguientes aspectos:

  • Intervenciones tempranas para sacar a las niñas y los niños del trabajo infantil y mantenerlos en la escuela.

  • Medidas para facilitar la transición de la escuela al trabajo decente para las personas jóvenes.

  • Atención especial a la situación de los adolescentes en trabajo peligroso: eliminar el trabajo infantil en el grupo de edad de 15 a 17 años.

  • Integración de un enfoque de género: abordar las vulnerabilidades específicas de niñas y jóvenes.

  • Garantía de un entorno económico y jurídico propicio para lograr progresos en la reducción del trabajo infantil.

Los desafíos que enfrentan las y los jóvenes en la búsqueda de trabajo decente son inseparables de los esfuerzos que persiguen la reducción del trabajo infantil. Por ello, eliminar esta realidad es un objetivo político fundamental y un punto de partida necesario para lograr el trabajo decente para todas y todos.

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